El hecho de que el mundo está cada vez más conectado es completamente innegable. Según estimaciones de CISCO se sabe que ya desde el año anterior el tráfico diario de información sobrepasa los cuatrillones de Gigabytes diarios alrededor de todo el planeta, a la vez que se predice que según avance la tecnología y las personas se vayan interconectando cada vez más estos números se irán multiplicando de manera exponencial de manera que cada año esas cifras quedarán cada vez más y más atrás.
Y es que absolutamente ninguna persona que haga vida dentro de la sociedad es ajena a los medios que lo mantienen constantemente en conexión a la web; ya sea un dispositivo móvil, un ordenador portátil o de escritorio o inclusive su propia televisión, lo cierto es que absolutamente todas las personas que forman parte de nuestra sociedad, incluyendo los más ancianos, están de una manera o de otra ligados a la data cibernética de alguna manera (así sea porque sus datos personales están ingresados en la base de datos del estado). Y es justamente de esto de lo que se trata la poco conocida Big Data. Una cantidad inmensurable de información y datas que, según los expertos en el tema de la data del internet, puede ser usada hasta para predecir y manipular el comportamiento de las masas.
El debate de si realmente hay alguien vigilando o no es algo que se ha venido cerrando desde hace ya un par de años con una rotunda, pero inesperadamente callada respuesta afirmativa; escándalos ligados a los resultados supuestamente manipulados o influenciados de la elección de estados unidos, o la masiva filtración de datos en redes sociales han servido para darle un fin a este debate que años atrás no distaba mucho de ser una disparatada teoría conspirativa. Lo cierto es que gobiernos y empresas de todo el mundo están constantemente utilizando toda la información que se desprende del uso individual de cada persona en las redes para su beneficio y propios fines.
Sin embargo, uno de los puntos más álgidos de este debate se da cuando las partes se preguntan hasta qué punto su actividad en línea es monitoreada o posiblemente expuesta. En la actualidad ya incluso modelos en los que la credibilidad de los individuos se ve arbitrariamente golpeada a voluntad de gobernantes debido al contenido de sus conversaciones privadas, o las opiniones que comparten en las redes son implementadas en china, donde el gobierno tiene acceso a cualquier tipo de historial desde imágenes enviadas hasta el uso de minicréditos online si así lo desea.